viernes, 1 de julio de 2011

¿Ejerciendo el periodismo de alto riesgo?

Por Carlos Cruz

Con el paso de los días el ejercicio del periodismo se complica en tiempo y espacio no solo en El Salvador, sino en el mundo entero. Se debe prestar atención a un factor muy importante, que de no mostrar indicios futuros de soluciones aplicables en los diferentes Estados, podría terminar con la comunicación y los periodistas que la ejercen en pro de la sociedad.

Se trata de la criminalidad que cada día coarta el ejercicio periodístico, mayormente en países como México donde los cárteles del narcotráfico han asesinado a varios periodistas por el simple hecho de informar su accionar en diferentes zonas del país, sus vínculos con entidades del gobierno mexicano y la misma policía.

Además, se debe tener en cuenta la censura que el Estado ejerce sobre los medios de comunicación, como en  Guatemala y Venezuela. Sin duda hay una necesidad urgente de periodistas críticos e independientes para evitar que se desmoronen las democracias en América Latina. 

Pero más a priori es la necesidad de crear una garantía legal a nivel nacional e internacional que le permita al periodista ejercer su rol social de denuncia. Los hechos deben contarse, el omitirse implica apoyar este tipo de actos que dañan a la sociedad provocándoles temor, luto y dolor.

Como comunicadores es nuestra obligación permitir el sano ejercicio periodístico que permita el desarrollo y funcionamiento del sistema democrático. Sin embargo, en El Salvador no son los carteles del narcotráfico los que han declarado la guerra contra los medios y sus periodistas, sino las maras las que han matado a periodistas nacionales e internacionales.

En El Salvador en septiembre del 2007, en la colonia Florencia de Soyapango, asesinaron al periodista radiofónico Salvador Sánchez, en el 2009 pandilleros mataron al periodista franco español Cristian Poveda, cerca de la colonia La Campanera, en Soyapango. Y en este 2011, Alfredo Hurtado, periodista del canal 33 fue asesinado por estos grupos por ejercer su trabajo periodístico.

Nuestro compromiso es seguir al pie del cañón e informar el acontecer sin importar las amenazas que recibamos, aun si la policía no hace nada. Pero el deber de la población en general es exigir a las autoridades competentes la garantía de la comunicación y su proceso periodístico. Debemos a toda costa evitar se repita casos similares al de México.

Y es que México es un país en donde la tarea periodística es una tarea de alto riesgo; muchos comunicadores han sido asesinados en una lista ya demasiado larga, con una impunidad imperante. Esto provoca que el miedo inmovilice y no deje cumplir la tarea de informar. Esto es lógico, encontrar reporteros que están inmovilizados por el temor a perder su vida.

Nuestro futuro como miembros del sistema de comunicación es incierto y depende de las decisiones de los presidentes de nuestros Estados. Sus gestiones deben buscar avances en la reducción del crimen a nivel nacional, impidiendo así su proliferación y elevación a problema internacional. Roguemos entonces, porque nuestro ejercicio periodístico no se convierta en el periodismo de alto riesgo, que caracteriza a varios países a nivel mundial.

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